No, no te voy a «llevar las redes» (así)

En el imaginario colectivo está implantada la idea de que los trabajadores autónomos tienen que aceptar TODOS los trabajos que les propongan, sean grandes o pequeños, reporten mucho beneficio o poco. Siendo en parte cierta esta triste realidad, no es menos verdad que algunos, para filtrar la calidad de nuestra clientela y para poner en valor nuestro propio trabajo, tenemos que luchar contra nosotros mismos y negarnos categóricamente a ciertas cosas con relativa frecuencia. Hablando de redes sociales… con mucha frecuencia.

El inmenso granero de las redes sociales

Para quienes nos hemos formado como profesionales del periodismo, la comunicación y sus derivados la revolución digital ha sido, al mismo tiempo, una bendición y un martirio. Un alto porcentaje de nosotros nos sacamos unos dineros siendo community managers de manera más o menos recurrente para empresas, marcas, proyectos, etc. Pero, al mismo tiempo, la generalización de uso de las redes sociales hace que todo el mundo — desde Donald Trump hasta la frutera y el panadero de tu barrio — tenga, al menos un perfil activo en algún sitio.

Entre esta diversidad de usuarios, la saturación de periodistas y profesionales en vías de desesperado reciclaje, los aspirantes a influencers y las marcas y proyectos empresariales dando «saltos» virtuales para que les hagan casito… las redes sociales son el granero a donde todo el mundo va a buscar simiente para sembrar. Y el «griterío» y la cacofonía resultante es de dimensiones épicas.

Necesitas tus redes sociales para crecer (de momento)

Los gurús de estas cosas se debaten actualmente sobre la utilidad real de las redes sociales para generar leads o, lo que es lo mismo, ayudarte a convertir una visita a tu web en un clic que se traduzca en una futura compra o en una solicitud de más información. Las redes sociales, por su uso masivo y por la dinámica de dispersión de negatividad, fake news, troleos, etc. etc. está perdiendo pie como herramienta para las empresas.

Pero aún tienen recorrido y, en la mayoría de los casos, son la principal vía de interacción con el público y con los potenciales clientes. Por lo tanto, sigue siendo un arma estratégica de primerísimo orden y, hasta que estalle la burbuja — que estallará en algún momento — debes gestionarla de manera profesional, para que te resulte realmente útil. ¿Qué significa eso? Que «llevar las redes sociales» debe ser un apartado de tu plan estratégico de acción. Y que no puede hacerse de cualquier manera.

Llevar las redes, para el 90% de la gente es…

… bastante fácil. Se reduce a postear con frecuencia en Facebook, contar lo bueno que es este producto que he puesto como novedad en el inventario, hacer unas fotos con el móvil para el instagram y, una vez al mes, montar una acción promocional, para atraer a potenciales clientes con descuentos relativamente agresivos. Es tedioso, a veces, porque requiere dejar todo lo que estás haciendo y centrar tu atención en el móvil o el ordenador. Pero normalmente no te quita más de una hora al día. Y si se viene un pico de trabajo, se recurre a cualquier amigo o familiar «que sabe de informática y me lo hace en sus ratos libres». Gratis.

Llevar las redes, para mí es…

… ponerlas al servicio de tus objetivos a largo plazo. Que formen parte de tu identidad como marca, que sean uno con lo que eres como empresa y que, de verdad, aumenten tus posibilidades de crecer. A largo plazo, insisto. No en el mes siguiente. Las redes sociales son como un jardín: requieren cuidados y atención constante, aunque no todas sus plantas y flores requieren el mismo tipo de sustrato, abono y frecuencia de riego. Y, como los jardines… florecen cuando tienen que florecer, no de manera mágica al día siguiente de plantar la semilla.

Gestionar las redes sociales de una empresa o un emprendedor requiere mucho trabajo previo, antes de teclear la primera línea o tuitear por primera vez. Exige un conocimiento profundo de lo que la empresa hace, cómo lo hace y lo que quiere conseguir. Son una herramienta para un fin, no un fin en sí mismo. Y, desde luego, necesita de los conocimientos de un profesional. Si gestionas de manera amateur… lograrás resultados amateur.

La clave está en la estrategia

Tu política de gestión de redes sociales debe formar parte de algo más grande: el plan de medios o plan de comunicación digital. En él se establece y se planifica a largo plazo lo que se quiere comunicar y cómo, a través de qué canales y con qué frecuencia o intensidad. Se establece la estrategia de comunicación con los usuarios, con los medios de comunicación, con la competencia, con los proveedores… se siguen unas líneas claramente marcadas, unos calendarios y unas acciones concretas pensadas para obtener unos resultados. Resultados que deben medirse y que tienen que permitir modificar la estrategia sobre la marcha, si es necesario. Las redes sociales son un ingrediente de todo este pastel, pero no todo el pastel.

El plan de comunicación digital debería formar parte — o debe ir de la mano, al menos — de tu plan de marketing, donde se marca cómo actuar offline, no sólo desde el punto de vista publicitario o en el punto de venta, si lo hay, sino en la producción y distribución, por ejemplo, entre otros muchos aspectos. Si ninguna de estas herramientas — plan de marketing y plan de comunicación digital — te suenan o estás dispuesto a utilizarlas… tienes un serio problema.

Las redes sociales deben estar en tu presupuesto

No importa tu nivel de facturación, las redes sociales son un activo estratégico y, como tal, debe figurar en tu presupuesto. En tu plan de comunicación habrá una hoja de ruta clara sobre lo que se pretende hacer y cómo, en tus redes sociales. Ese plan requiere bastante trabajo de análisis y elaboración. Y la gestión diaria de las redes sociales elegidas — porque no, no valen todas en todos los casos —, además de la interacción permanente y ágil con los usuarios hasta formar una comunidad proactiva, requiere un tiempo y un esfuerzo.

Y eso, lamentablemente, no podrás obtenerlo por 100€. Si crees que sí, te deseo suerte. Y, si te sale bien llámame y te invito a comer. Mientras tanto, te recomiendo que destines una cantidad generosa de tu dinero a proteger y gestionar tus activos más importantes de manera profesional. Muchos de nosotros podemos ayudarte. Pero no de cualquier manera, hazme caso.